Una comisión de dirigentes religiosos y de la sociedad civil haitiana y dominicana pidió a las autoridades dominicanas que “actúen con urgencia y busquen una solución razonable y justa, coherente con la realidad económica y social de la región”, según informa la Agencia Misna.
Se refieren a la situación de más de mil migrantes haitianos que residen en el norte a lo largo de la frontera que separa ambos países y a quienes se les impidió reingresar en la República Dominicana por el puente de Dajabón, luego de haber pasado las fiestas de fin de año en su patria.
Según datos de la oficina de migraciones dominicana, son unos cinco mil los haitianos ‘irregulares’ que ahora –luego de pasar como lo hacen habitualmente las fiestas en su país– se encuentran imposibilitados de regresar al territorio dominicano, donde constituyen mano de obra barata en varios sectores, desde la economía hasta la construcción.
En la zona de Dajabón hay 1.080 migrantes radicados desde hace por lo menos 8 años a los que se les impidió el reingreso, dice una nota enviada a la MISNA por Solidaridad Fronteriza, una entidad del Servicio de los Jesuitas a los Refugiados y migrantes, dirigido por el padre Regino Martínez. Junto a monseñor Francisco Ozoria, obispo de San Pedro de Macorís y encargado de la pastoral haitiana en la Conferencia Episcopal Dominicana, y a otros religiosos y laicos comprometidos en el trabajo de los migrantes, el padre Martínez ha iniciado conversaciones con las autoridades dominicanas para obtener el reingreso de los haitianos. El objetivo también es evitar pérdidas para el importante mercado fronterizo y para los emprendimientos agropecuarios de la región, así como proteger a los migrantes de los peligros de la violencia y abusos. La propuesta es dotar a los migrantes de documentos administrativos transitorios que les permitan regresar a sus puestos de trabajo, tal como sucedió en años anteriores. Los movimientos de ayuda recuerda que se trata de migrantes que ya están en proceso de regularizar su situación que en su mayoría sufren los atrasos en la aplicación del llamado ‘Plan Nacional de Regularización’ establecido por la ley general de migraciones de la República Dominicana.
Como ya sucedió anteriormente, en previsión del regreso temporal de los migrantes haitianos a su patria para las fiestas de fin de año, a fines de noviembre el padre Martínez y el obispo de Mao-Montecristi, monseñor Diómedes Espinal, habían entregado al director general de la oficina dominicana de migraciones, Ricardo Taveras, una lista de 2.230 haitianos que se habrían ausentado del país entre el 23 de diciembre y el 6 de enero, todos ellos identificados con certificados sellados por ASOMLIN, la Asociación de Solidaridad de los Obreros Migrantes de la Línea Nororeste con indicaciones precisas sobre la zona de pertenencia. En el documento se recuerda que se trata de “obreros migrantes sin estatus legal en la República Dominicana”, es decir obreros de pleno derecho, muy buscados en el mercado dominicano, a los que no se reconocen los derechos fundamentales.
“Esta situación de irregularidad –escriben monseñor Espinal y el sacerdote jesuita– es la que cada año nos ha llevado a mejorar los controles. Estando todos en conocimiento de las necesidades de los empresarios y de los obreros mismos, sabemos que si no regresan de modo digno, volverán como víctimas del tráfico de seres humanos”.
Al presidente dominicano Danilo Medina se le pide hacer lo que nunca se hizo en cuestión migratoria: diseñar y aplicar una política migratoria realista, que promueva el desarrollo, teniendo como punto central la dignidad de las personas”
Según datos de la oficina de migraciones dominicana, son unos cinco mil los haitianos ‘irregulares’ que ahora –luego de pasar como lo hacen habitualmente las fiestas en su país– se encuentran imposibilitados de regresar al territorio dominicano, donde constituyen mano de obra barata en varios sectores, desde la economía hasta la construcción.
En la zona de Dajabón hay 1.080 migrantes radicados desde hace por lo menos 8 años a los que se les impidió el reingreso, dice una nota enviada a la MISNA por Solidaridad Fronteriza, una entidad del Servicio de los Jesuitas a los Refugiados y migrantes, dirigido por el padre Regino Martínez. Junto a monseñor Francisco Ozoria, obispo de San Pedro de Macorís y encargado de la pastoral haitiana en la Conferencia Episcopal Dominicana, y a otros religiosos y laicos comprometidos en el trabajo de los migrantes, el padre Martínez ha iniciado conversaciones con las autoridades dominicanas para obtener el reingreso de los haitianos. El objetivo también es evitar pérdidas para el importante mercado fronterizo y para los emprendimientos agropecuarios de la región, así como proteger a los migrantes de los peligros de la violencia y abusos. La propuesta es dotar a los migrantes de documentos administrativos transitorios que les permitan regresar a sus puestos de trabajo, tal como sucedió en años anteriores. Los movimientos de ayuda recuerda que se trata de migrantes que ya están en proceso de regularizar su situación que en su mayoría sufren los atrasos en la aplicación del llamado ‘Plan Nacional de Regularización’ establecido por la ley general de migraciones de la República Dominicana.
Como ya sucedió anteriormente, en previsión del regreso temporal de los migrantes haitianos a su patria para las fiestas de fin de año, a fines de noviembre el padre Martínez y el obispo de Mao-Montecristi, monseñor Diómedes Espinal, habían entregado al director general de la oficina dominicana de migraciones, Ricardo Taveras, una lista de 2.230 haitianos que se habrían ausentado del país entre el 23 de diciembre y el 6 de enero, todos ellos identificados con certificados sellados por ASOMLIN, la Asociación de Solidaridad de los Obreros Migrantes de la Línea Nororeste con indicaciones precisas sobre la zona de pertenencia. En el documento se recuerda que se trata de “obreros migrantes sin estatus legal en la República Dominicana”, es decir obreros de pleno derecho, muy buscados en el mercado dominicano, a los que no se reconocen los derechos fundamentales.
“Esta situación de irregularidad –escriben monseñor Espinal y el sacerdote jesuita– es la que cada año nos ha llevado a mejorar los controles. Estando todos en conocimiento de las necesidades de los empresarios y de los obreros mismos, sabemos que si no regresan de modo digno, volverán como víctimas del tráfico de seres humanos”.
Al presidente dominicano Danilo Medina se le pide hacer lo que nunca se hizo en cuestión migratoria: diseñar y aplicar una política migratoria realista, que promueva el desarrollo, teniendo como punto central la dignidad de las personas”
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