La conformación de un gobierno de unidad nacional y la inevitable
intervención de una fuerza internacional regional en Malí decidida por
la Comunidad de Estados de África Occidental (Cedeao) gravitan sobre el
empobrecido país, según informa la agencia de noticias Prensa Latina.
A lo anterior se suma la cada vez más tensa situación en el norte maliense, donde grupos extremistas pretenden imponer por la fuerza la Ley islámica o Sharia en su versión más ortodoxa.
También pende como espada de Damocles el depauperado entorno humanitario por hambruna y enfermedades, las cuales afectan a cientos de miles de personas, en especial a los niños.
No menos importante resulta en ese contexto la ratificación por el presidente interino, Dioncounda Traoré, de su primer ministro, Cheick Modibo Diarra, quien es rechazado por los principales partidos políticos.
"No dimitiré y no puedo dimitir", dijo Diarra y argumentó que los islámicos se apoderaron del norte del país en los últimos 10 años y no desde el 22 de marzo ni el 17 de abril.
Un gobierno de transición no puede echarlos en tres meses, aseguró en un discurso, en el cual reclamó tiempo "para organizarnos".
En medio del complejo panorama, el jefe de Estado ordenó el 12 de agosto formar en 72 horas un gobierno de unidad para intentar pacificar la convulsa región norteña.
El nuevo ejecutivo lo integran 31 miembros y sustituye al gobierno transitorio de 24 integrantes anunciado el 7 de abril pasado.
Ministerios como Defensa, Interior, Administración Territorial y Transportes fueron ocupados por integrantes de la cúpula golpista que derrocó al entonces jefe de Estado, Amadu Tumani Touré.
Los trascendidos indican que una de las novedades del gabinete fue la creación del ministerio de Asuntos Religiosos.
Partidos políticos malienses cuestionaron la formación del nuevo gobierno de unidad nacional aprobado por el presidente Traoré.
A lo anterior se suma la cada vez más tensa situación en el norte maliense, donde grupos extremistas pretenden imponer por la fuerza la Ley islámica o Sharia en su versión más ortodoxa.
También pende como espada de Damocles el depauperado entorno humanitario por hambruna y enfermedades, las cuales afectan a cientos de miles de personas, en especial a los niños.
No menos importante resulta en ese contexto la ratificación por el presidente interino, Dioncounda Traoré, de su primer ministro, Cheick Modibo Diarra, quien es rechazado por los principales partidos políticos.
"No dimitiré y no puedo dimitir", dijo Diarra y argumentó que los islámicos se apoderaron del norte del país en los últimos 10 años y no desde el 22 de marzo ni el 17 de abril.
Un gobierno de transición no puede echarlos en tres meses, aseguró en un discurso, en el cual reclamó tiempo "para organizarnos".
En medio del complejo panorama, el jefe de Estado ordenó el 12 de agosto formar en 72 horas un gobierno de unidad para intentar pacificar la convulsa región norteña.
El nuevo ejecutivo lo integran 31 miembros y sustituye al gobierno transitorio de 24 integrantes anunciado el 7 de abril pasado.
Ministerios como Defensa, Interior, Administración Territorial y Transportes fueron ocupados por integrantes de la cúpula golpista que derrocó al entonces jefe de Estado, Amadu Tumani Touré.
Los trascendidos indican que una de las novedades del gabinete fue la creación del ministerio de Asuntos Religiosos.
Partidos políticos malienses cuestionaron la formación del nuevo gobierno de unidad nacional aprobado por el presidente Traoré.
Presidente interino, Dioncounda Traoré |
Un representante de la Agrupación para Malí reprochó la ausencia de
"unidad amplia" y la "falta de cambio" en el nuevo ejecutivo, el cual
integran algunos miembros de la Junta Militar que protagonizó el golpe
de Estado el 22 de marzo.
El Partido de la Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia denunció que el gobierno "está lejos de poder afrontar los graves desafíos actuales".
La organización progresista maliense señaló en un comunicado oficial que el país se encuentra en un "folclore político que nos aleja de lo esencial".
Para nosotros es inconcebible permitir a los detractores de la nación enterrar a Malí, subrayó el texto.
Un asesor de Diarra ratificó a medios de prensa la decisión del mandatario, quien respondió así al pedido del Consejo de Seguridad (CS) de las Naciones Unidas.
El organismo mundial urgió a las autoridades de Malí a conformar un gobierno de unidad nacional y convocar elecciones para estabilizar la situación.
Ese país del noroeste africano padeció el 22 de marzo un golpe de estado, protagonizado por militares, que rompió el orden constitucional vigente y trajo el caos en los estados del norte: Tombuctú, Gao y Kidal.
Pese a la instauración de un gobierno provisional por un año y la designación de Presidente y Primer Ministro interinos, sectores denuncian que los militares ostentan el control.
Los mandatarios de la Cedeao también instaron a las autoridades malienses a constituir un gobierno más representativo a fin de evitar nuevas escisiones.
El organismo africano aprobó meses atrás el despliegue de una fuerza regional de más de tres mil hombres para garantizar la estabilidad en Malí, y espera sólo la aprobación del CS para llevarla a cabo.
LA OPCIÓN INEVITABLE DE LA INTERVENCIÓN
No obstante la polémica interna en torno a si es positivo o no para el país que tres mil soldados de la Cedeao intervengan, el gobierno está convencido de la necesidad del despliegue castrense multinacional.
El ejecutivo declaró en comunicado que "cada día, mientras se incrementan los esfuerzos para llegar a una solución negociada, los abusos de los terroristas y traficantes bajo pretextos religiosos acreditan el carácter inevitable de la opción militar".
Un documento publicado por el Ministerio de Comunicación, tras la amputación de la mano de un ladrón en Ansongo, noreste del país, califica como "gestos de desafíos sin razón" la acción de los islámicos.
El texto precisa que los hechos "justifican la pertinencia de sanciones propuestas por el secretario general de la ONU (Ban Ki-moon) al mismo tiempo que ellos (los islámicos) fijan los límites de todo diálogo para hacerlos entrar en razón".
Según Bamako, "esa persistencia en las violaciones flagrantes de los derechos humanos es un desafío para el gobierno maliense, para África y para el resto de la comunidad internacional".
Asimismo reitera la disposición al diálogo y afirma que "actúa para acelerar la planificación en curso con sus socios" de la Cedeao "con miras a la reconquista del norte".
Esa zona representa dos tercios del país y la integran las provincias de Gao, Kidal y Tombuctú, ocupadas desde abril por agrupaciones como Ansar Dine, Movimiento por la Unicidad de la Yijad en África del Oeste y Al Qaeda en el Magred Islámico.
El Partido de la Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia denunció que el gobierno "está lejos de poder afrontar los graves desafíos actuales".
La organización progresista maliense señaló en un comunicado oficial que el país se encuentra en un "folclore político que nos aleja de lo esencial".
Para nosotros es inconcebible permitir a los detractores de la nación enterrar a Malí, subrayó el texto.
Un asesor de Diarra ratificó a medios de prensa la decisión del mandatario, quien respondió así al pedido del Consejo de Seguridad (CS) de las Naciones Unidas.
El organismo mundial urgió a las autoridades de Malí a conformar un gobierno de unidad nacional y convocar elecciones para estabilizar la situación.
Ese país del noroeste africano padeció el 22 de marzo un golpe de estado, protagonizado por militares, que rompió el orden constitucional vigente y trajo el caos en los estados del norte: Tombuctú, Gao y Kidal.
Pese a la instauración de un gobierno provisional por un año y la designación de Presidente y Primer Ministro interinos, sectores denuncian que los militares ostentan el control.
Los mandatarios de la Cedeao también instaron a las autoridades malienses a constituir un gobierno más representativo a fin de evitar nuevas escisiones.
El organismo africano aprobó meses atrás el despliegue de una fuerza regional de más de tres mil hombres para garantizar la estabilidad en Malí, y espera sólo la aprobación del CS para llevarla a cabo.
LA OPCIÓN INEVITABLE DE LA INTERVENCIÓN
No obstante la polémica interna en torno a si es positivo o no para el país que tres mil soldados de la Cedeao intervengan, el gobierno está convencido de la necesidad del despliegue castrense multinacional.
El ejecutivo declaró en comunicado que "cada día, mientras se incrementan los esfuerzos para llegar a una solución negociada, los abusos de los terroristas y traficantes bajo pretextos religiosos acreditan el carácter inevitable de la opción militar".
Un documento publicado por el Ministerio de Comunicación, tras la amputación de la mano de un ladrón en Ansongo, noreste del país, califica como "gestos de desafíos sin razón" la acción de los islámicos.
El texto precisa que los hechos "justifican la pertinencia de sanciones propuestas por el secretario general de la ONU (Ban Ki-moon) al mismo tiempo que ellos (los islámicos) fijan los límites de todo diálogo para hacerlos entrar en razón".
Según Bamako, "esa persistencia en las violaciones flagrantes de los derechos humanos es un desafío para el gobierno maliense, para África y para el resto de la comunidad internacional".
Asimismo reitera la disposición al diálogo y afirma que "actúa para acelerar la planificación en curso con sus socios" de la Cedeao "con miras a la reconquista del norte".
Esa zona representa dos tercios del país y la integran las provincias de Gao, Kidal y Tombuctú, ocupadas desde abril por agrupaciones como Ansar Dine, Movimiento por la Unicidad de la Yijad en África del Oeste y Al Qaeda en el Magred Islámico.
Miembros de Ansar Dine |
Esta última región fue declarada
por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (Unesco) como Patrimonio Mundial de la Humanidad, por las
numerosas reliquias religiosas e históricas construidas allí desde
siglos pasados.
En mayo último la Unesco denunció la destrucción
de santuarios por los islámicos, lo cual mereció la repulsa del
organismo mundial, de la Unión Africana (UA) y de las propias
autoridades malienses.
Mientras, Gerard Araud, presidente del
CS, indicó en un comunicado que la ONU exige la "rápida designación de
un gobierno de unidad nacional" y convocar elecciones generales "lo
antes posible".
La nota exhorta a las autoridades malienses a avalar "la completa restauración y vigencia del orden constitucional en el país" y el "control civil sobre las fuerzas de seguridad y el ejército".
El organismo mundial conmina a la junta militar a poner fin a la "incesante interferencia en el proceso político", y pide su disolución, además de mantenerse al margen de los asuntos políticos.
Los miembros del CS reiteraron "su seria preocupación por la inseguridad y el deterioro de la situación humanitaria en Malí y en la región del Sahel", según el documento publicado por la delegación francesa de la ONU.
Más allá del completo apoyo de los miembros del CS a la mediación de la UA y la Cedeao en el conflicto, todavía están pendientes por aclarar objetivos, medios y modalidades a emplearse por las fuerzas del bloque subregional.
No será hasta el 15 de septiembre venidero cuando el Consejo de Seguridad adopte alguna otra decisión sobre Malí, entre tanto reclama a las autoridades malienses aclarar "su posición" y reconocer la importancia del contingente de pacificación.
El presidente de la Comisión de la Cedeao, Désiré Ouedraogo Kadre, advirtió que la región no va a tolerar la partición de Malí, tras el golpe de Estado del 22 de marzo y la división del país en dos.
Observadores estiman que la cautela del organismo mundial responde a la prudencia de no atizar aún más el explosivo conflicto, cuyos protagonistas principales son grupos de confesión musulmana, a la par de los intereses internos y foráneos que median en el conflicto.
Más allá de los pronunciamientos del gobierno y del CS, la opción de la guerra es vista por buena parte de los malienses como la única salida para restablecer la integridad del país.
Grupos de jóvenes milicianos se entrenan sin descanso en Sevaré (Mopti) e incluso toman la delantera al ejército, según el sitio digital GuinGuinBali.
General Carter Ham |
De acuerdo con la fuente, milicias ciudadanas o llamados grupos de autodefensa, integrados sobre todo por norteños de etnia songhay, ya preparan a fondo la opción militar para la reconquista del norte.
La posición del ejército respecto a la intervención quedó clara al expresar que "no hay debate sobre la presencia de tropas de la Cedeao en Bamako (la capital), pero pueden enviar algunas al norte".
"Podemos aceptar entre 600 y 800 militares de esa organización en apoyo a nuestros soldados", opinó el jefe del Estado Mayor, Ibrahima Dahirou Dembele.
Para el general Carter Ham, jefe del mando militar estadounidense en África (Africom), "no se trata únicamente de buscar una solución militar en el norte de Malí", aunque tampoco la descartó del todo.
En medio de los tambores de la guerra cientos de miles de malienses han escapado en los últimos meses de las zonas en conflicto, y los que quedan están expuestos, además de a la violencia de los islámicos, a las penurias del hambre.
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