Todos somos conscientes de que estamos en crisis. E, independientemente de las ideas políticas de cada uno, todos nos damos cuenta de que hay que tomar medidas para solventar esta situación.
Los recortes son generalizados, y afectan a todos los ministerios en mayor o menor medida.
Pero uno de los ministerios que sale peor parado es el de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Hace unos meses el propio ministro de Asuntos Exteriores, D. José Manuel García-Margallo, había afirmado que debido a la situación actual la inversión en cooperación se vería recortada en unos 1000 millones de euros.
Pero los datos presentados ayer por el ministro de Hacienda, D. Cristóbal Montoro, sobrepasan con creces esa cantidad prevista.
El recorte total en el presupuesto de cooperación para el año 2012, es de 1389 millones de euros, desglosados como sigue:
- 594 millones menos para la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
- 125 millones menos para el Fondo del Agua.
- 670 millones menos para el Fondo para la Promoción del Desarrollo.
De esta manera la cooperación española se sitúa por debajo del 0,4 % del PIB. Muy lejos del 0.7% comprometido por el gobierno del Reino de España cuando firmó la Declaración del Milenio, en la ONU.
Visto así parecen sólo números. Pero la realidad es que estamos hablando de la ayuda a países en vías de desarrollo, a miles de personas que necesitan desesperadamente estas ayudas.
El argumento que se usa aquí para justificar el recorte es que estamos en crisis. Pero no nos damos cuenta de que esas personas están en crisis desde que nacen hasta que mueren, que suele ser bastante pronto.
Soy el primero en entender que hay que tomar medidas para luchar contra la crisis. Pero, ¿es la crisis una excusa válida para cercenar la cooperación de nuestra sociedad de esta manera?
España siempre ha sido uno de los países más comprometidos con la cooperación internacional. De hecho siempre hemos estado en la lista de los países más solidarios. Y creo que es un motivo para sentirse orgullosos.
Pero, ¿será que ya tenemos que dejar de estar orgullosos?. ¿Únicamente somos generosos cuando nos "sobra"?.
Tenemos ONGs que son ejemplares, y qué decir de los miles de misioneros españoles que dan sus vidas en muchas partes del mundo, pero, ¿será que unos y otros se van a convertir en las excepciones y ya no van a ser el reflejo de una sociedad comprometida y solidaria?
Aunque a mucha gente le parezca increíble con esta crisis que vivimos, España figura del puesto 9º al 12º de los países más ricos del mundo. Esta clasificación depende del organismo que facilita los datos, por eso hay listas que nos colocan en una posición y listas que nos colocan en otra.
Pero, independientemente del puesto exacto que ocupemos, lo que es innegable es que de 195 países que hay en el planeta España es uno de los más privilegiados.
¿Es, pues, justificable que uno de los países más ricos del mundo recorte su cooperación al desarrollo amparándose en la crisis?.
Cuando he visto esta mañana los recortes, lo primero que me ha venido a la cabeza es una imagen que, infelizmente, he visto en Mozambique en más de una ocasión: Niños pequeños, de menos de 3 años, tragando piedrecillas para engañar al hambre.
No hablemos del acceso al agua en gran parte del planeta. No hace más que unos días se celebraba en Francia el VI Foro Mundial del Agua, en el que se ponía de manifiesto la enorme dificultad que tiene gran parte del planeta para acceder al agua potable. Por desgracia también lo he podido comprobar personalmente. En ese apartado, como indicaba más arriba, hemos recortado 125 millones de euros.
Los recortes nos duelen a todos, porque todos los sufrimos. Pero también creo que cuando una sociedad deja de lado los valores éticos y morales, y se olvida de como "agoniza" gran parte del mundo, entonces es el momento de replantearse en que sociedad vivimos.
La crisis nos justifica para olvidarnos de los demás. Pero estoy convencido de que no los olvidaremos para seguir explotándolos y saqueando sus recursos.
Personalmente, siento una inmensa vergüenza, al ver en lo que nos estamos convirtiendo.
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