En 1995 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, en conmemoración de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, (CNULD), el 17 de junio de 1994.
La desertificación afecta a más de 110 países y cada año se pierden 6 millones de hectáreas de tierra productiva.
La Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a todos los Estados miembros de la ONU a que dedicaran el
Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía
a sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de
cooperar en el plano internacional para luchar contra la desertificación
y los efectos de la sequía y de aplicar la
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en aquellos países afectados ya sea por graves sequías, por desertificación, o por ambas, en particular en Africa.
La Desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas,
semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales
como las variaciones climáticas y las actividades humanas.
La desertificación no es un problema aislado, sino que está plenamente
relacionado con los cambios climáticos, la conservación de la
biodiversidad y la necesidad del manejo sustentable de los recursos
naturales. Los vínculos entre estos aspectos y los factores
socioeconómicos son cruciales, pues la problemática de
la
desertificación es un síntoma de ruptura del equilibrio entre el sistema
de recursos naturales y el sistema socio-económico que los explota.
El lema para este año 2012 es:
«Los suelos saludables sostienen tu vida: evitemos la degradación de la tierra»
La demanda para satisfacer las necesidades esenciales de la vida
aumentará de forma significativa en los próximos 20 años. Se necesitará
un 50% más de alimentos, un 40% más de energía y un 35% más de agua.
¿Cómo se podrán saciar estas demandas y con qué recursos?
Este año la celebración del Día Mundial de Lucha contra la
Desertificación se celebrará una semana antes de la Conferencia Río +20,
en Río de Janeiro, Brasil.
Crear el 'futuro que queremos’ comienza con el compromiso de:
- preservar la tierra no degradada y el suelo, y
- equilibrar la degradación de las tierras con la recuperación de una cantidad igual de las tierras degradadas.
El compromiso es construir un mundo inmune a la degradación de los suelos.
Mensaje del Secretario General de Naciones Unidas en el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación
17 de junio de 2012
«Los suelos saludables sostienen tu vida: evitemos la degradación de la tierra»
|
Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU |
El Día Mundial de Lucha contra la Desertificación cae este año en
la víspera de la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Desarrollo Sostenible. Los esfuerzos mundiales por detener y
revertir la degradación de la tierra son parte integrante de la
construcción del futuro que queremos. La utilización sostenible de la
tierra es un requisito para hacer salir a miles de millones de personas
de la pobreza, facilitar la seguridad alimentaria y nutricional, y
salvaguardar las existencias de agua; además, constituye la piedra
angular del desarrollo sostenible.
Las personas que viven en las tierras más áridas del mundo, que
constituyen más del 40% de la superficie del planeta no cubierta por
agua, son algunas de las personas más pobres y vulnerables al hambre. No
alcanzaremos los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 si no
preservamos los suelos de los que depende su subsistencia.
Tampoco podremos garantizar nuestros recursos de agua dulce, el 70%
de los cuales ya se utiliza en la agricultura. Para 2030, se prevé que
la demanda de agua aumente en un 35%. A menos que modifiquemos nuestras
prácticas de utilización de la tierra, la perspectiva es que las
existencias de agua disminuirán y serán insuficientes, y que las sequías
se volverán más frecuentes e intensas.
Además, es necesario que para 2050 la cantidad de tierras
productivas sea suficiente para alimentar a alrededor de nueve mil
millones de personas con niveles de consumo per cápita superiores a los
de hoy, lo que será imposible si el suelo se sigue destruyendo al ritmo
actual, es decir, a razón de 75 mil millones de toneladas por año. Es
necesario que se adopten decisiones importantes en relación con la
utilización de la tierra, y que se realicen inversiones clave, que vayan
desde servicios de extensión dirigidos a pequeños agricultores hasta la
última tecnología para apoyar una producción masiva de alimentos que
sea sostenible desde el punto de vista ambiental.
Río+20 nos ofrece la oportunidad de mostrar los numerosos sistemas
inteligentes y eficaces de gestión de tierras y las opciones que existen
o que se están desarrollando. Veinte años después de la aprobación de
la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación,
asegurémonos de que el compromiso con la gestión sostenible de la
tierra ocupe un lugar prominente en los resultados oficiales de Río, así
como en las actividades de movilización más amplias en favor de la
sostenibilidad, que también será parte del legado de esa Conferencia.
Sin un suelo saludable, la vida en la Tierra es insostenible.