domingo, 10 de junio de 2012

Mensaje de Cáritas en el Día de la Caridad 2012

Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir. Los mejores regalos se hacen con las manos.

 Este es el mensaje elegido por Cáritas con motivo del Día de Caridad, que este año se celebra el domingo 10 de junio, fiesta del Corpus Christi.

Construir una sociedad nueva
Con esta invitación, Cáritas lanza a toda la sociedad una propuesta “para caminar juntos hacia un nuevo modelo social más humano y más justo, y construir una sociedad nueva en la que la Humanidad actúe como una gran familia que se interpela y se cuestiona sobre la realidad de pobreza e injusticia que predomina en el mundo”.
Para impulsar ese cambio, desde Cáritas se apuesta por hacer realidad otros modelos de comercio y de consumo, que no se basen en primar el enriquecimiento por encima del bienestar y la dignidad de las personas.
En esa línea, la invitación a “vivir sencillamente” para garantizar la vida de quienes se debaten en condiciones de máxima precariedad social y económica supone confiar en quienes son nuestros hermanos compartiendo la vida y los bienes, y haciendo posible, para todos y en esta coyuntura, la multiplicación de los panes y los peces. El reto está en conseguir que “la lógica del don se convierta en el motor de nuestras vidas”.

Poner todos los medios para acabar con la pobreza
En el Día de Caridad, desde Cáritas se pide “a nuestros gobernantes que luchen con todos sus medios para acabar con la pobreza y la exclusión; que no recorten los gastos sociales, sino que los incrementen para paliar los efectos de esta crisis en los más vulnerables”.
Asimismo, se insta a los poderes públicos a “que mejoren sus políticas de empleo; que cumplan su compromiso de contribuir con el 0,7% de nuestra riqueza anual a los países empobrecidos; y que cumplan los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se marcaron para el año 2015”.
Cáritas invita también a los ciudadanos a tener “la convicción cierta de que sí podemos hacer algo para mejorar la vida de miles de personas en el mundo” y de que “con nuestra manera de vivir, de comportarnos, de actuar ética y comprometidamente, podemos influir para bien en nuestro entorno”. “Cada uno de nosotros –se señala en el díptico editado para el Día de Caridad-- tiene un trozo de mundo en el que sí que puede hacer algo para hacer posible una sociedad mejor”. 

Llamada de los obispos a buscar el bien de todos
Por su parte, los obispos que integran la Comisión Episcopal de Pastoral Social aseguran en su mensaje para el día de Corpus, Día de la Caridad con motivo del Día de Caridad que en estos “momentos difíciles no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la situación de extrema necesidad que viven muchos hermanos nuestros, pensando que no podemos hacer nada con nuestras limitadas fuerzas”. Para remediarlo, proponen asumir “un claro compromiso en favor de los más necesitados y vencer la tentación de crear necesidades para promover principalmente el desarrollo económico”.
“Es imprescindible mirar a la persona como sujeto de desarrollo, miembro de la comunidad humana, y no como simple consumidor”, afirman los prelados, que ven necesario “lograr que las relaciones de mercado estén sujetas a las exigencias morales de reciprocidad solidaria, como demanda una justa economía social de mercado”.  
 “Si de verdad queremos y buscamos el bien de todos, especialmente de los más pobres, habrá que sobrepasar, muchas veces, la justicia legal con la gratuidad propia de la caridad cristiana”. Esta es la propuesta que lanza la Comisión de Pastoral Social para afrontar la crisis, que pasa por no “cerrarnos cada uno en nuestro propio interés, sino buscar juntos lo que es mejor para todos en coherencia con la lógica del bien común y de la comunicación cristiana de bienes”.



Un millón de personas acompañadas en 2011 en la red de Acogida de Cáritas

El Día de Caridad es también el momento del año elegido por las 68 Cáritas Diocesanas del país para rendir cuentas públicas de sus acciones contra los efectos de la pobreza y evaluar cuál sigue siendo el impacto de la crisis en sus programas y servicios.

Según un avance de datos del nuevo informe del Observatorio de la Realidad Social de Cáritas, que se publicará en breve, el número de personas atendidas en todo el país a través de la red estatal de Acogida y Atención primaria se ha disparado en los últimos años, al pasar de 370.251 en 2007 a 1.001.761 personas en 2011.

Una tercera parte de las personas que acudieron a Cáritas en demanda de ayuda de emergencia (unas 300.000 personas) lo hicieron “por primera vez”. Además, un tercio de quienes recibieron ayuda en 2009 tuvieron también algún apoyo social de Cáritas en 2011; de hecho, el 44% de las personas acogidas llevan, como media, tres o más años demandando ayuda de la institución.

El rostro de las personas atendidas

El perfil mayoritario de las personas que han sido acompañadas por Cáritas durante 2011 a través de la red de Acogida es el de personas solas, parejas con hijos y familias monoparentales; jóvenes adultos de entre 30 y 44 años; españoles e inmigrantes irregulares (principalmente “sobrevenidos”); personas en riesgo de perder su vivienda; y usuario sin ingresos, o con Rentas Básicas o Mínimas. También aumenta el número de personas en paro que carecen de prestaciones por desempleo.

Las ayudas más demandadas en Cáritas en 2011 siguen siendo, por este orden, alimentación, vivienda y empleo, que son los capítulos a los que se destinan, por ese mismo orden, mayor volumen de recursos económicos.

Riesgo de dualización social

A la luz de su experiencia diaria de trabajo con las personas en situación precaria, Cáritas alerta también de que la acumulación de desventajas en más de una cuarta parte de la población española conlleva un riesgo real de dualización y de falta de cohesión social.

Esta tendencia se manifiesta en el incremento de la desigualdad en España, en que el crecimiento de la pobreza se esté concentrando especialmente en los hogares con sustentadores principales jóvenes y con menores, el repliegue de los sistemas de protección social o el desgaste de los mecanismos de protección familiar.



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