El gobierno de Liberia anunció el sábado "el cierre inmediato" de su frontera con Costa de Marfil al día siguiente de que murieran ocho civiles, siete cascos azules de la Operación de Naciones Unidas en Costa de Marfil (ONUCI) y al menos un militar marfileño en un ataque contra pueblos marfileños cercanos a la frontera.
Hoy, la Agencia Misna informa de que por temor a nuevos ataques, cientos de
civiles abandonaron sus propias aldeas, huyendo hacia la ciudad de Taï
donde algunos de ellos ya están recibiendo asistencia.
La información proviene de
fuentes de la Oficina para la Coordinación de Ayudas Humanitarias de las
Naciones Unidas (OCHA) en Costa de Marfil.
La oleada de desplazados,
que se dirigen hacia Guiritou, es consecuencia directa de la emboscada
que se produjo el viernes, y en la cual siete cascos azules de la misión
de la ONU en Costa de Marfil (ONUCI) fueron muertos en las
inmediaciones de la aldea de Para.
Fuentes locales de prensa señalan
que se trata de la primera agresión de ese tipo contra las fuerzas de
paz. Los soldados nigerinos estaban llevando a cabo actividades
rutinarias de patrullaje en una zona limítrofe lindante con Liberia,
inestable desde la crisis que siguió a las elecciones del 2011.
Fuentes concordantes atribuyen el ataque a
“individuos armados llegados desde Liberia” que, en un segundo momento
también atacaron varias aldeas al sur de Taï, entre ellas Sakré y Nigré,
matando a ocho civiles y un militar marfileño.
El sudoeste de Costa de Marfil, principal
región productora de café y cacao –principales recursos económicos del
país– el año pasado pagó el precio más alto del conflicto entre el
presidente saliente Laurent Gbagbo y su rival, el actual jefe de estado
Alassane Dramane Ouattara. Unas 3.000 personas perdieron la vida en la
crisis que concluyó con el arresto de Gbagbo. En realidad, la región ya
era una de las más inestables del país, a causa de las rivalidades por
el control de las plantaciones y por la cercanía con Liberia, escenario
de una guerra civil entre 1989 y 1997. La porosidad de la frontera y la
lucha contra los numerosos elementos armados y mercenarios constituyen
desde hace años un desafío tanto para las autoridades marfileñas como
para las liberianas. El 15 de junio deberían comenzar los patrullajes
mixtos entre fuerzas marfileñas y liberianas a lo largo de la frontera,
con el apoyo de los cascos azules de la ONUCI.
Cascos azules en Costa de Marfil |
El sábado pasado la presidente liberiana
Ellen Johnson Sirleaf ordenó el cierre de la frontera, reforzó el
despliegue de militares liberianos cpn el apoyo de los cascos azules de
la misión de las Naciones Unidas en Liberia (MINUL) y aseguró que
“todos los individuos implicados en ataques a través de la frontera
serán arrestados y entregados a las autoridades marfileñas”. El gobierno
liberiano también decidió suspender las actividades auríferas y
desplazar los campamentos de refugiados de la zona. Los países del
África Occidental y el Consejo de Seguridad de la ONU han condenado las
violencia y manifestaron su “grave preocupación” pro el deterioro de la
situación en la frontera entre Costa de Marfil y Liberia.
Justamente la semana pasada la
organización no gubernamental ‘Human Rights Watch’ denunció que
“militantes armados hostiles al nuevo gobierno marfileño han reclutado
niños liberianos y organizaron incursiones a la región occidental,
matando a por lo menos 40 personas” desde julio del 2011. Según la misma
fuente, los asaltantes (entre 100 y 150 personas), son sobre todo
milicianos marfileños refugiados en Liberia, y mercenarios liberianos
que en el pasado estuvieron a sueldo de Gbagbo, que no han hesitado en
“reclutar a muchachos de entre 14 y 17 años, adiestrados en un campo
establecido en Liberia”. La organización internacional puso en evidencia
la “inacción y la falta de voluntad política” del gobierno de Monrovia
que “practica la política del avestruz frente a los criminales de guerra
que han atravesado la frontera”. Testimonios recogidos por HRW informan
que “parte de los combatientes trabajan en la extracción artesanal de
oro a lo largo de la frontera común” y que “varios sujetos implicados en
la planificación de los ataques habrían recibido un apoyo financiero de
personas establecidas en Ghana” donde buena parte de la elite
político-militar favorable a Gbagbo vive en el exilio.
El recrudecimiento de la violencia en el
oeste marfileño coincide con el inicio (previsto para el 18 de junio)
del proceso contra Gbagbo ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) con
sede en La Haya. El ex-presidente está acusado, entre otras cosas, de
crímenes de lesa humanidad
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