Según informaciones de la Agencia Misna, continúa la oleada de deserciones del
ejército regular (FARDC, Fuerzas Armadas de la República Democrática del
Congo), al unirse más militares al ‘Movimiento del 23 de marzo’ (M23).
Según fuentes del grupo rebelde, 83 militares entre los que hay seis
capitanes y dos oficiales, han desertado en la noche del viernes al
sábado, dejando el territorio de Beni, en el extremo norte de la
provincia de Kivu del Norte, para alcanzar el de Rutshuru más al sur.
Pocos días antes, siete oficiales se habían alejado de las FARDC con 170
hombres, para luchar al lado de los amotinados, en su mayoría
ex-rebeldes del ‘Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo’ (CNDP,
tutsi) que siguen al general Bosco Ntaganda –buscado por el Tribunal
Penal Internacional (TPI) de La Haya– que exigen el pleno cumplimiento
de los acuerdos firmados en el 2009 con el gobierno de Kinshasa gracias a
los cuales habían sido integrados en el ejército.
El último caso de deserción fue
confirmado por el coronel Eric Rurihombere, citado por la emisora ‘Radio
Okapi’: “Veinticinco militares y cuatro capitanes del regimiento 808
abandonaron sus posiciones en la localidad de Mabialote y huyeron a la
selva”, declaró el comandante de la primera división de las FARDC en
Beni. Agregó también que desde hacía unos días, jefes rebeldes del M23
contactan telefónicamente a militares y ex-integrantes del CNDP,
invitándolos a desertar. El coronel Rurihombere anunció luego que las
tropas regulares están persiguiendo a los desertores y aseguró que “la
situación general en el territorio de Beni se encuentra bajo control”.
D. Lambert Mende, Ministro de Información |
Desde Kinshasa el portavoz del gobierno,
Lambert Mende, negó incluso las últimas noticias que llegan desde la
turbulenta provincia, afirmando que “existe una usina que inventa
rumores para desmoralizar a nuestras tropas. Si tuviéramos que contar a
todos los hombres que según ellos han desertado del ejército, ya no
tendríamos ni un sólo soldado”. Según la teoría de Mende “hay expertos
en un país vecino que han inventado el M23 sólo para ocultar a
Ntaganda”.
La semana pasada las autoridades congoleñas informaron al
Consejo de Seguridad de la ONU que tenían pruebas de una participación
de Kigali en la actual crisis y advirtieron que “la situación está
evolucionando de modo peligroso hacia una ruptura de la paz”. Un grupo
de expertos de la ONU en la República Democrática del Congo preparó un
informe para la creación de un comité con fuertes apoyos diplomáticos
que establezca sanciones contra Ruanda.
También se manifestó sobre la nueva
crisis en el este congoleño el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión
Africana (UA) que pide “a todos los amotinados que entreguen las armas y
se reintegren a las filas del ejército regular”, condenando “una
carrera a la rebelión armada que amenaza de manera grave la paz, la
seguridad y la estabilidad del África y los procesos de democratización
que se están llevando a cabo en el continente”. La institución
continental además manifestó su preocupación y su desprecio por las
“nuevas violencias contra las mujeres”.
Dª. Leila Zerougui |
De visita en Goma, capital de
Kivu del Norte, la vice-representante especial del secretario general de
las Naciones Unidas en el Congo, Leila Zerougui, insistió en el apoyo
de las tropas de la MONUSCO (la misión de paz de la ONU en el país) a
las FARDC, asegurando que “si no tienen la colaboración de las
comunidades, los rebeldes pronto se hallarán aislados y serán
arrestados”. Dirigiéndose a la población, señaló que “deben comprender
que la paz es de su interés y que la guerra sólo sirve a los señores de
la guerra” declaró a Radio Okapi. Desde el comienzo de las hostilidades,
en el pasado mes de abril, los trabajadores humanitarios han
registrado más de 250.000 desplazados internos, mientras decenas de
miles más se han refugiado en las limítrofes Ruanda y Uganda.
Sobre la
difícil situación humanitaria que sigue habiendo en la región, las
autoridades locales y la sociedad civil lanzan la alarma por el estado
de “abandono” en el que se encuentran miles de civiles y denuncian “la
retirada precipitada” de varias organizaciones no gubernamentales.
“Quisiera comprender los motivos ocultos de la retirada de los agente
humanitarios del terreno, cuando su deber primordial debería ser la
asistencia a la población necesitada. Dirigiéndome a la comunidad
internacional denuncio esta pasividad frente al peligro de ver apagarse
vidas humanas”, declaró Julien Paluku Kahongya, gobernador de Kivu del
Norte.
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