Según informa la Agencia Fides, cientos de menores centroamericanos, la mayor parte niños guatemaltecos,
vagan por las calles de Tapachula, en Chiapas, trabajan de 10 a 12
horas al día por una retribución irrisoria, venden dulces, algunos son
explotados por los familiares, otros, por amigos o desconocidos, y, casi
todos, por los usureros.
Para atajar este fenómeno, la asociación civil
Todo por Ellos acaba de inaugurar un comedor para los pequeños
emigrantes y para los que viven en la calle. Se llama Pan de Vida, y se
ocupa de dar una comida caliente a los niños y a los adolescentes que lo
necesitan.
En un principio, utilizan platos de usar y tirar, por falta
de tazas y de cubiertos: el intento es recoger utensilios de plástico
para reducir los residuos y volver a utilizar los materiales. También
falta una olla para cocinar en las estufas portátiles, de manera que la
mayor parte de la comida se pueda preparar en la sede de la
organización. Sin embargo, los voluntarios distribuyen la comida con lo
que tienen, y, cuando terminan con los más pequeños, si sobra algo, lo
dan a los adultos.
Todo por Ellos ha denunciado y evidenciado problemas
de tráfico de seres humanos, así como el estado de abandono en el que
viven los niños de la calle, y por eso han decidido hacer algo y darles
un refugio y comida a través del comedor apenas inaugurado.
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