Según informa la Agencia Fides, el ejército congoleño ha lanzado una campaña de reclutamiento de nuevas
tropas, oficialmente no relacionada con la guerra en el Nord Kivu, donde
debe combatir el movimiento rebelde M23, formado en gran parte por
soldados desertores. Pero el reclutamiento de nuevos militares suscita
diversos interrogantes, como afirma un informe que la Red Paz para el
Congo ha enviado a la Agencia Fides. En primer lugar, sobre la
oportunidad en el tiempo: reclutar y adiestrar a nuevos soldados exige
al menos de 6 a 9 meses. Mientras tanto, el M23 puede continuar su
avance sin problemas. Al contrario, es necesario seleccionar a los
militares en servicio verdaderamente fieles al Estado, y proporcionarles
los medios necesarios para hacer frente a la ofensiva rebelde. “Hay
muchos oficiales militares que han sido formados en diferentes
academias, nacionales e internacionales, y que son poco valorados o,
incluso, arrinconados. Éstos podrían ser utilizados inmediatamente para
asegurar la coordinación y el mando de nuevas unidades de combate”,
afirma la Red Paz para el Congo.
El problema principal continúa siendo la infiltración de elementos vinculados a los diferentes grupos de la guerrilla en las filas del ejército regular. “En una entrevista concedida al cotidiano Le Potentiel –afirma el informe enviado a Fides- el presidente de la asociación de jóvenes de Rutchuru, Sinza Wolf, ha denunciado “el laxismo de algunas autoridades militares y responsables de los servicios de seguridad del Nord Kivu y la complicad, cada vez más evidente, dentro de la cadena de mando militar”.
“Según Sinza, la planificación de la guerra actual en el Nord Kivu ha tenido lugar en Goma, ante los ojos de los servicios de seguridad, y una posible toma de la ciudad de Goma por parte de los rebeldes del M23 no sería una sorpresa, porque muchos de estos rebeldes ya se encuentran en la ciudad”. Rechazando la tesis de que los soldados congoleños no eran capaces de hacer frente al M23, ha afirmado que se trata más bien de un problema de falta de organización y de traición por parte de algunos oficiales del ejército, cuya revocación ha llegado a proponer.
Los soldados congoleños, carentes de los más elementales medios de subsistencia (comenzando por la comida), y cuya paga se les reduce a menudo o incluso se la embolsan oficiales corruptos, se encuentran obligados a extorsionar a la población civil. Las FARDC (Fuerzas Armadas congoleñas) corren, pues, el riesgo de convertirse a los ojos de los civiles, en uno de los tantos movimientos armados que les oprimen.
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