Hoy comienza oficialmente el octavo día del mes del Dhul Hiya para más
de dos millones de peregrinos de 180 países del mundo, la peregrinación
ritual a La Meca, deber de todo buen musulmán al menos una vez en la
vida, si es posible.
Informa la Agencia Misna de que como todos los años, se montó un gran operativo de seguridad para garantizar que el Hayy (la peregrinación) se lleve a cabo sin incidentes, en un momento particularmente tenso en la región. A los refugiados sirios en Jordania, El Líbano y Turquía, se les otorgó visas especiales y una ayuda económica, mientras que los permisos para los peregrinos iraníes están sujetos a restricciones de seguridad, según se informa en la página del Ministerio del Interior de Raid. Los peregrinos iraníes manifiestan todos los años en “repudio de los politeístas”, un ritual promovido por Jomeini en contra de Occidente e Israel.
Inclusive, a los musulmanes de la República Democrática del Congo y Uganda se les prohibió la peregrinación de este año, puesto que, según las autoridades sauditas, son demasiados los riesgos de una posible contaminación por el virus del Ébola, del cual se confirmó algunos focos en los dos países.
Vestidos con una túnica blanca, que simboliza la pureza y la igualdad de los hombres sometidos a Dios, (en árabe ihram, que es también el estado de pureza al que debe aspirar un buen musulmán), millones de seguidores han comenzado la peregrinación por la escalada en el monte Misericordia en Arafat, a 19 kilómetros de La Meca, donde se dice que el profeta hizo su sermón de despedida.
El ritual tendrá una duración de cuatro días y terminará con Eid al Adha, la fiesta del sacrificio, que se celebrará el viernes.
La ley islámica permite a aquellos que no pueden acudir físicamente, pero sí tienen la posibilidad económica para delegar a otra persona la obligatoriedad del deber religioso, cuyas ventajas espirituales serán beneficiadas por quienes pagaron el viaje y la estadía en el lugar de la persona delegada. También se pueden dejar en herencia fondos especiales para que el ritual sea llevado a cabo en nombre y en beneficio de la persona fallecida.
En las sociedades islámicas, cualquier persona que haya cumplido con la obligación del Hayy adquiere un mérito especial y un aura de respeto y tiene derecho a utilizar un sombrero especial para recordar la absolución de la obligación y recibe el título honorífico de Hayy (peregrinación).
La monarquía saudita desplegó 320 médicos en el lugar, 135.000 hombres de las fuerzas de seguridad y 1.500 cámaras alrededor de la Gran Mezquita, la última etapa de la peregrinación. Cada año, el ritual deja casi 40 mil millones de euros a las arcas de Arabia Saudita.
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