Con las adecuadas condiciones, los 
campesinos africanos podrían producir alimentos suficientes y de calidad
 para dar de comer al continente, evitar futuras crisis alimentarias y 
hacer ganar miles de millones de dólares a los estados africanos. Esta 
afirmación aparece en el último informe del Banco Mundial titulado 
“África puede contribuir a nutrirse a sí mismas: suprimir los obstáculos
 al comercio regional de los productos alimentarios básicos”. 
El 
documento fue publicado en vísperas de la jornada africana del alimento y
 la seguridad alimentaria que se celebró con el lema “Asegurar 
el acceso a alimentación segura y nutriente”.
Según el Banco Mundial, mientras 19 
millones de personas sufren escasez y desnutrición en la franja del 
Sahel, los gobernantes africanos deben esforzarse por “remover los 
obstáculos para el comercio regional de los productos alimenticios”, 
luego “facilitar el libre intercambio entre las zonas más fértiles y las
 afectadas por penurias cíclicas”. Eliminar lo que el Banco Mundial 
considera el principal obstáculo permitiría “hacer frente al agravarse 
de la sequía, a la gran variabilidad de las condiciones climáticas y al 
aumento de los precios de los alimentos”. Los expertos internacionales 
advierten que el cuadro alimentario del África corre peligro de 
deteriorarse por la urbanización galopante que alejará a los campesinos 
de la zona rural y por el rápido crecimiento demográfico que para el año
 2020 duplicaría la demanda de alimentos.
El otro factor negativo señalado en el 
informe es la falta de acceso de los campesinos africanos a semillas de 
alta productividad y pesticidas de costo reducido, mientras las 
políticas de los países apuestan a la importación del extranjero de 
cereales muy costosos para hacer frente a la creciente demanda local. 
Mientras el África ya está produciendo alimentos por 50 mil millones de 
dólares al año, gasta mucho más en comprarse productos importados. 
Mientras sólo el 5% de los cereales importados por países africanos 
llegan desde otras naciones del continente, unos 400 millones de 
hectáreas de tierras fértiles se dejan abandonadas y los rendimientos 
agrícolas son muy inferiores a los que se registran en otras partes del 
mundo.
Más allá de la remoción de las barreras 
aduaneras y de la simplificación de los intercambios comerciales, el 
Banco Mundial sugiere invertir en transportes modernos y eficientes y en
 la construcción de carreteras.

 
 
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