Tres religiosos congoleños de la
Congregación de los Agustinianos de la Asunción fueron secuestrados el
sábado a las 21 horas en un convento de la parroquia de Nuestra Señora
de los Pobres en la localidad de Mbau, unos 20 kilómetros al norte de la
ciudad de Beni, en la provincia de Kivu del Norte. Desde entonces no se
tienen más noticias de los padres Jean-Pierre Ndulani, Anselme
Wasinkundi y Edmond Bamutute, que fueron capturados por hombres armados
no identificados mientras estaban mirando televisión.
“Ignoramos aún la identidad del grupo
responsable del secuestro, que hasta el momento no ha sido reivindicado.
Estamos reuniendo toda la información posible para comprender dónde
fueron llevados los tres religiosos, por quienes y con qué fin”, dijo monseñor Paluku Sikuly Melchisedech, obispo de la diócesis de
Butembo-Beni. “Lamentablemente hay tantas milicias armadas y bandas
criminales que siembran violencia e inestabilidad en nuestra región. El
precio lo pagan como siempre los civiles. Hasta ahora los religiosos y
sacerdotes habían escapado a estos hechos, a pesar del ataque contra el
episcopado de la diócesis del pasado 26 de septiembre”, continuó el
prelado. El obispo destacó que dos de los tres religiosos secuestrados
–todos ellos congoleños– habían llegado hacía poco a la diócesis y eran
poco conocidos.
“Pedimos a los secuestradores que liberen
cuanto antes y sin ninguna condición a los sacerdotes que están aquí
para servir a la iglesia y ayudar a la población local que tiene gran
necesidad de ellos”, insistió monseñor Sikuly, pidiendo también la
intervención de las autoridades congoleñas.
Según algunas fuentes locales de prensa,
los agresores –un grupo de diez hombres bien armados– hablaban suahili,
lo que significa que no eran de la zona. Fuentes independientes
atribuyen el secuestro a rebeldes ugandeses de las ADF-Nalu, activos en
la zona y que ya anteriormente habían efectuado acciones similares
contra civiles en el sector de Mbau-Beni. Sin embargo, no se excluye que
se trate de un secuestro con fines extorsivos, aunque algunos también
han interpretado la acción como represalia contra la Iglesia Católica
por su compromiso en favor de la población local oprimida. Justamente el
sábado se habría creado un nuevo movimiento político-militar, que se
presentó como ‘Unión para la rehabilitación de la democracia en Congo’
(URDC), en el territorio de Beni. El grupo estaría integrado por
desertores, según la emisora local ‘Radio Okapi’.
El secuestro de los asuncionistas se
produjo en un contexto de gran inestabilidad en toda la provincia de
Kivu del Norte. “Aunque el epicentro de la violencia s encuentra en
Goma, seguramente hay hombres del Movimiento 23 de marzo (M23)
infiltrados en la zona de Beni, para no hablar de todos los otros grupos
que fomentan la inseguridad. Además, la de quienes deberían proteger a
la población (las fuerzas de seguridad congoleñas) no es precisamente
una presencia que inspire tranquilidad”, denuncia el interlocutor, mientras invita “al gobierno de Kinshasa, a los países vecinos y a
la comunidad internacional a asumir sus propias responsabilidades para
que cese la violencia contra los congoleños abandonados a sí mismos
desde hace demasiados años”. Monseñor Sikuli señala que “desde hace
tiempo no bastan las condenas verbales: hacen falta acciones concretas
en el terreno”.
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